Sobre Berlusconi recae en estos momentos la sospecha de utilizar su poder personal en la designación de altos cargos del Estado y en la formación de las listas electorales para obtener favores sexuales. Él mismo ha documentado y ayer incluso ha exhibido, en vergonzosa explicación sobre su propia vida sexual, su vulnerabilidad como hombre público al que le pueden presentar jóvenes hermosas, que naturalmente caen rendidas a sus pies ante sus encantos, para obtener contraprestaciones políticas o económicas. Nada se puede decir de la vida privada de quien sabe preservarla, pero en su caso ha sido él mismo, sus propios medios de comunicación y su ex esposa quienes iniciaron el destape, y en el caso de esta última señalando su trato enfermizo con jóvenes menores de edad, algo que de ser cierto no podría ser objeto de persecución judicial alguna en Italia debido al blindaje legal construido por él mismo en torno a su persona.
Frecuentar la compañía de Berlusconi, cuyo país pertenece al G-8, se ha convertido en una dificultad política adicional en las complejas relaciones internacionales. Pero lo que le descalifica como gobernante es su vulnerabilidad ante cualquier presión encubierta, fruto de las circunstancias que acepta para dar satisfacción a su vanidad y a su ego. La Iglesia italiana, profundamente incomodada por sus comportamientos y objeto de sus ataques, ha decidido sacar partido de su debilidad política obteniendo modificaciones legales precisamente en el terreno de la moral. Y está claro que muchos más pueden seguir el mismo camino.
http://www-org.elpais.com/articulo/opinion/Mejor/frecuentarle/elpepiopi/20090911elpepiopi_1/Tes/
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